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Desde Dinamarca

Cambio  de planes

 

La pandemia mundial fue decretada mientras la cronista volaba rumbo a Copenhague. Nervios, pánico, sudor en las manos. Sin duda, el aterrizaje sería en un mundo distinto.  

Por Guadalupe Díaz

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Avión con destino a Copenhague. Miércoles 11 de marzo. Faltan pocas horas para llegar a la escala en Londres y la OMS declara el COVID-19 como pandemia. Minutos antes, habíamos estado hablando con mi compañera de asiento sobre nuestros planes en Dinamarca. Aplicar a una visa de trabajo el día siguiente a nuestra llegada, recorrer durante el fin de semana y partir hacia nuestros voluntariados hasta que finalice.

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Cuando llegó la noticia, mi compañera estaba completamente dormida. Las luces del avión estaban apenas tenues. Un correo de la institución que hace las visas informó que los turnos se cancelaban. La primera ministra danesa había decidido cerrar todas las instituciones que acumularan más de 100 personas por 15 días.

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Nervios, pánico, sudor en las manos; un estado de shock recorría mi cuerpo. Primera parte del viaje y comenzaba con una pandemia, sumado al impedimento de aplicar a mi visa. El panorama parecía gris, todos jóvenes asustados en un aeropuerto y con la incertidumbre de qué nos iba a deparar el destino a cada uno.

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Guadalupe Díaz

 

Licenciada en Comunicación Social (UNC), egresada en 2017.

 

Actualmente haciendo un voluntariado en la isla de Askeby, Dinamarca desde marzo 2020.

 

Trabaja en marketing digital de diversos clientes en Argentina y se encuentra colaborando en proyectos de la misma índole en Dinamarca.

Una egresada de la escuelita perdida en una isla.

Habitando la pandemia 

A pesar de las noticias y mi escenario mental apocalíptico, Copenhague me recibió con calma. Fue ahí cuando me sorprendió – y me enseñó – la personalidad danesa. Ante todo ese escenario surrealista, sumado al anuncio del cierre de fronteras a las pocas horas de llegar, los daneses permanecían tranquilos.

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Mi primera pregunta al llegar al hostel fue: “¿Y qué sucede ahora  con el coronavirus?”. “Se sigue con normalidad, todo se va a solucionar, y se va a ir viendo”, me respondieron. Debí asumir que no quedaba otra opción que relajarse e intentar abrazar esa calma.

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Lo que fue sucediendo en esos días reafirmó en mí esta atmósfera. La ciudad de las bicis mantuvo su  expresión de tranquilidad y me regaló un día atípico: completamente soleado, sin viento y con museos, escuelas, oficinas y diversas instituciones cerradas. Ese día decidí hacer un Free Walking Tour. Aunque todo estuviera cerrado se podía circular por las calles y la idea me pareció convincente.

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El tour lo daba una chica mendocina, Carla, radicada hace dos años Al comenzar nos explicó que era el último tour que se daría hasta nuevo aviso. ¡Pleno comienzo de temporada y Dinamarca con restaurantes, comercios y eventos cancelados!

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A pesar de eso, un término del tour llamó mi atención: “hygge”. Es un concepto 100% danés, sin traducción completamente fidedigna, pero que sería algo como: “Saber disfrutar el momento presente. Así sea con una taza de café, amigos y familiares cerca y/o mirando el frío por la ventana, la idea es disfrutar las pequeñas cosas de la vida”. 

Es decir, los daneses son conscientes de que podrían estar en un lugar con mejores condiciones climáticas y mayores horas de sol, pero ante ello proponen una actitud transformadora de optimismo, calidez y tranquilidad. Ese término quedó resonando durante varios días en mi mente. 

 

Finalizado mi fin de semana en Copenhague, partí rumbo al voluntariado en Askeby, una isla a dos horas de la ciudad. Esos días transcurrieron entre incertidumbre, cambios y ansiedades, potenciados aún más por las medidas que continuaba tomando el gobierno danés. Pero asimismo, aprendizajes…

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La cuarentena en una isla es como si la pandemia no existiera.  Askeby tiene pocos habitantes, casas distanciadas entre sí y grandes campos. Se tomaron las medidas de cuidado necesarias, distancia entre personas, reuniones multitudinarias prohibidas, sin uso de cash, alcohol en todos lados y spray desinfectante diariamente. 

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Pero lo más interesante fue cómo el hygge se me presentó una vez más –o varias – para demostrarme que todo pasa y que a pesar de ello lo importante es mantener la actitud. Los daneses continuaron sonriendo, con sus ventanas sin cortinas y disfrutando del interior de sus hogares.

Relajarse y disfrutar, sentirse en casa, y esperar a que el invierno pase, aunque este invierno tenga nuevo nombre y se llame “cuarentena no obligatoria”.

Encontrar nuevas cosas que nos permitan sacar de esto algo de goce, aprender que en la vida no hay nada planificado y que a veces hay que ceder un poquito las ansiedades para observar las cosas desde otro lugar.

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Aún más interesante fue cuando un día de cuarentena encontré un mensaje escrito a mano que decía: “Everything you need, will come to you at the perfect time. From a fellow walker”.  Es así, como a pesar de todo esto,  espero venga algo mejor.

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#HYGGE

16 DE ABRIL DE 2020

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